DECENTE, INDECENTE, DECENTE, INDECENTE…

Explota explota, de Nacho Álvarez (España, 2020)

Sentada en una silla en un rincón del plató del Show de Rosa, María (Ingrid García-Jonsson) espera su oportunidad como bailarina. Se sube y se baja la falda murmurando: “decente, indecente, decente, indecente…” intentando entender la diferencia que supone el largo de la misma según los dictámenes de la censura de la época, con la que acaba de tener su primer encontronazo.

Estamos en 1973 y María acaba de aterrizar en Madrid tras salir literalmente corriendo envuelta en lágrimas de su propia boda en Italia. En el aeropuerto conoce a Amparo (Verónica Echegui), una andaluza, pero muy madrileña de adopción, que se enamora del “Valentino” que lleva puesto y quien la acoge, ayudándola a empezar de nuevo.

La televisión entró en España por Madrid en 1956, pero no fue hasta tres años más tarde cuando llegó a Zaragoza, Bilbao o Barcelona, y finalmente al resto del país. Su programación inicial no superaba las tres horas diarias, desde las 21.00 a las 00.00 horas, más tarde aumentaría a cuatro, y cinco horas diarias manteniéndose hasta la una de la madrugada durante los fines de semana. Todo precedido por la famosa “carta de ajuste” que permitía sintonizar bien la señal y calibrar el televisor. Las primeras emisiones se realizaban en directo.

En 1973 triunfaban entre otros los programas Crónicas de un pueblo, Estudio Estadio, y Un, dos, tres… y las series americanas de Colombo Kung fu.

El uruguayo Nacho Álvarez declarado admirador de Raffaella Carrà le presenta un homenaje en éste su primer largo, en formato musical, utilizando las letras de algunas de sus canciones para contarnos una historia de amor, entre un censor y una bailarina, teniendo como fondo la censura que existía en televisión española en 1973. Roque Baños firma la banda sonora.

Pedro Casablanc, en su papel de censor de televisión, increpa a las bailarinas cuando no despegan los pies del suelo, ya que eso implica que “el baile pierde su cualidad gimnástica para comenzar la erótica”.

Tras unos tempranos comienzos como actriz, que la llevaron incluso a Hollywood, Raffaella Maria Roberta Pelloni, ahora Raffaella Carrà, se convirtió en una estrella de la televisión italiana (RAI) con el programa Canzonissima 70. Enseñó el ombligo, fue censurada por el Papa, hizo una gira por Italia, y llegó a España con su propio programa de variedades emitido en directo donde entrevistaba envuelta en vestidos elegantes y ceñidos, con mucha simpatía, a personajes famosos, que acabaron peleando por salir en su programa, con actuaciones en directo y concursos. ¿Quién no recuerda esperar su llamada en casa, y coger el teléfono diciendo “Hola Raffaella” para ganar 500.000 pesetas?

Aunque ya había aparecido en el exitoso programa de variedades de la noche de los sábados: ¡Señoras y señores! en 1975, dirigido por Valerio Lazarov, y más tarde en la televisión catalana a finales de los 80, su debut realmente en TVE se produjo el 8 de mayo de 1992donde tomó  el relevo del concurso Un, dos, tres…, que triunfaba la noche de los viernes. Originalmente previsto para 18 programas, permaneció en antena cinco años.

Álvarez quería compartir la sensación de alegría que él tenía al ver aparecer a Raffaella en pantalla, reproducirla para los espectadores. Sus canciones hablan sobre todo de bailar, lo cual era un poco revolucionario todavía en los años 70; también hablan de feminismo, de machismo y de homosexualidad, adelantándose a su tiempo.

El director utiliza colores vivos con su protagonista María, y con las Rosetes, contrastando con los grises y negros del despacho de los censores, o de las salas de edición donde se recortaba esa alegría; los espacios abiertos del aeropuerto desde donde volaban los sueños de sus protagonistas también difieren de los pequeños espacios llenos de humo o claustrofobia de los que disfrutaban del poder establecido; el vestuario lleno de luz, con rojos y verdes, que recuerda un poco al vestuario de las películas de Almodóvar, una televisión española que en poco tiempo empezó a desterrar esa tristeza y esas costumbres rancias con la llegada de la democracia, y que Álvarez nos adelanta con su visión pop-vintage de la misma.

Todos los actores cantan y bailan de forma extraordinaria algunas de las 90 canciones atribuidas a la Carrà: Echegui como andaluza simpática robándole planos a García-Jonsson; Millán (con amplia experiencia en musicales), como Rosa, la estrella de las Rosetes (ballet que parece imitar al “Ballet Zoom” de la época, pero sin hombres); o Tejero como Chimo, el productor del show, ligón y aprovechado, al que el censor acusa de usar mucho el zoom en primeros planos centrados en los cuerpos de las bailarinas (guiño a Valerio Lazarov, conocido como “el rey del zoom”, efecto que utilizó exhaustivamente en los programas de variedades que dirigió con gran éxito para televisión española en los setenta y ochenta).

La televisión era entonces un miembro más de las familias españolas, y la propia Carrà siempre dijo que “Sin el público, ella no existiría”. Los que tenemos cierta edad, seguimos doblando el cuello con golpe de melena al oír sus canciones que todavía nos sabemos, por lo que hay que agradecer a Álvarez que nos la devuelva y que se la introduzca a las nuevas generaciones para que conozcan y compartan esa alegría que tanto nos sigue aportando. ¡Qué desastre si tú te vas!

Pilar Oncina

PD: Este crítico quisiera aprovechar una de estas canciones para hacer también un pequeño guiño particular a la Sra. Carrà, se lo hace cambiando la letra del éxito que Gianni Boncompagni compuso para ella en 1978, esperando que no le hubiera importado, aquí va: “Hay que venir al CINE”

Por si acaso se acabe el mundo
todo el tiempo he de aprovechar
corazón de vagabundo
voy buscando mi libertad
he viajado por la tierra
y me he dado cuenta de que
donde no hay odio ni guerra
el amor se convierte en rey.
Tuve muchas experiencias
y he llegado a la conclusión
que perdida la inocencia
en el CINE se pasa mejor.

Para hacer bien el amor
hay que venir al sur
para hacer bien el amor
iré donde estas tú
sin EL CINE
quién se puede consolar,
sin EL CINE
esta vida es infernal
para hacer bien el amor
hay que venir al sur
lo importante es que lo hagas
con quien quieras tú,
y si te deja no lo pienses más
búscate OTRA PELÍCULA
vuélvete a enamorar…